Últimamente estoy de mirar hacia detrás quizá para tomar impulso hacia adelante, y es por esto que hoy voy a hablaros de Morfina y de mí. Con permiso claro está de mi mujer, que a estas alturas no creo ya celosa de esta cuasi-mítica relación.
Pues resulta que yo era un joven que comenzaba a centrarse sobre una senda definida después de numerosos bandazos cuando uno de mis segundos padres y a la sazón mejores amigos, Cecilio, me presentó un día en el laboratorio a Morfina. Blanca y hermosa, adornada con unos preciosos anillos fenantrénicos y de apariencia melosa y pausada, Morfina me escrutó desde detrás de un cristal quiero creer que con el mismo asombro con el que yo la admiraba a ella, sabedores ambos (bueno, al menos yo) de que ya nada sería igual a partir de entonces. Bien es cierto que por lo que yo había oído y por lo que el propio Cecilio me advirtió desde el primer momento, Morfina podía ser tan incomparablemente adorable como increíblemente infernal, según el caso, siendo este misterio merecedor de ser desvelado en beneficio de la humanidad (aunque esto pareciera mucho decir). Así que convencido me apliqué a conocer mejor a Morfina, con mucha cautela.
En los años siguientes pude constatar desde la primera fila de la función esa doble cara de Morfina. Vi cómo podía sumir a algunos seres en una quiescencia libre de dolor que denotaba serenidad y hasta felicidad, pero también vi a otros retorcerse, gritar, llorar y saltar con una desesperación ansiosa cuando Morfina les conquistaba y luego les abandonaba(1); tal era el estado en que quedaban, que a veces se convertían en una especie de zombies buscando ciegamente a su antigua amada después de la ruptura (2). Vi a Morfina calmar el dolor y también generarlo. La vi noquear o levantar hasta los cielos a gentes sencillas y a gentes complejas, desde la simple Adenilato Ciclasa (3) hasta el más retorcido de los hampones. Todo esto me previno de intimar con Morfina: la vigilé, la estudié, busqué incluso la manera de sacar lo mejor de ella y neutralizar lo peor (4), pero nunca se me pasó por la cabeza la posibilidad de que nos encamaramos. Nuestro amor/odio se limitó durante muchos años a una observación platónica separada por el mismo cristal del primer día. Evité también implicarme en relaciones profundas con sus amigos o familiares más próximos según los iba conociendo, pues muchos de ellos (como por ejemplo su prima alemana Heroína) tenían bien ganada la oscura fama de ser aún más perversos.
Pasado el tiempo nuestra relación fue desvaneciéndose y lo que iba quedando de ella se tornaba cada vez más negativo. La disolución de nuestro vínculo resultó irremediable el día en que salí al balcón advirtiendo a grito pelado que la dulce Morfina podía llegar a deteriorar irreversiblemente el juicio de sus amantes (5). Fue entonces cuando, poniendo tierra de por medio, me fui a vivir a Ciudad Real: si no se ha compartido lecho, no es difícil alejarse de Morfina. Eso no quiere decir que por aquellos años no la echara de menos a veces, y supongo que fue la lejanía la que iría forjando en mi un sentimiento de nostálgica gratitud hacia ella. Llegué así al convencimiento de que el tiempo que habíamos pasado juntos resultaba al cabo fundamental para poder conocerme tal y como soy hoy en día, como profesional y como persona.
Quizá por ello me alegré mucho cuando hace unos meses nuestros amigos comunes Cecilio (de nuevo él) y Charo nos prepararon un reencuentro sorpresivo en Madrid (6). Resultó agradable en extremo. Morfina seguía tan atractiva como siempre, a pesar de sus milenios, y sorprendentemente había aumentado aún más su popularidad en los últimos tiempos: ahora era más conocida que antes y por esta razón la gente había aprendido a aprovecharse de sus virtudes y a evitar sus defectos, lo que parecía hacerle feliz a ella y también me lo hizo a mí por cuanto en algo había contribuido a este progreso. Dicen mis colegas que ahora Morfina alivia mejor a los desesperados y causa mucha menos desesperación. Ya no se habla con su prima Heroína. Va ganándose la fama de ser, ante todo y sobre todo, una bendición para aliviar el sufrimiento cruel de hombres desafortunados pero bien informados.
A raíz de aquel reencuentro Morfina y yo nos propusimos recuperar lo mejor de nuestra antigua convivencia. No hace ni un mes que volvimos a quedar (7) y a ratificar sin sombra de duda esa voluntad de reconciliación. Pero no me engaño: en mi fuero interno, y sin que a ella le trascienda, sigo sin fiarme de su naturaleza; como el escorpión, creo que no puede evitar que en ocasiones afloren sus instintos destructivos, razón por la cual me he propuesto vigilarla de nuevo desde la sombra para averiguar qué nos hace susceptibles ante sus cantos de sirena (8) y poder seguir advirtiendo a mis semejantes cuándo deben huir de su compañía, por más que el dolor y la desventura aconsejen echarse en sus brazos. Como veis, Morfina y yo parecemos destinados a mantener una relación infinita emborrachada de dialéctica, repleta de juegos ocultos, como en definitiva es muchas veces el amor. Con permiso de mi mujer.
REFERENCIAS
1. Iglesias V, Alguacil LF, Alamo C, Cuenca E. Effects of yohimbine on morphine analgesia and physical dependence in the rat. Eur J Pharmacol 28: 35-38, 1992.
2. Salas E, Bocos C, Del Castillo C, Pérez-García C, Morales L, Alguacil LF. Gene expression analysis of heat shock proteins in the nucleus accumbens of rats with different morphine seeking behaviours. Behav Brain Res 20: 71-76, 2011.
3. Polanco MJ, López-Giménez JF, González-Martín C, Alguacil LF. Yohimbine does not affect opioid receptor activation but prevents adenylate cyclase regulation by morphine in NG108-15 cells. Life Sci 89: 327-330, 2011.
4. Alguacil LF, Morales L. Alpha-2 adrenoceptor ligands and opioid drugs: pharmacological interactions of therapeutic Interest. Curr Neuropharmacol 2:343-352, 2004.
5. Polanco MJ, Alguacil LF, González-Martín C. Pro-apoptotic properties of morphine in neuroblastoma × glioma NG108-15 hybrid cells: modulation by yohimbine. J Appl Toxicol 34: 19-24, 2014.
6. Alguacil LF. Adicción a los opiáceos. Conferencia impartida en el Master de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Madrid. Instituto Cajal CSIC, Madrid, abril 2016.
7. Alguacil LF. Adicción a los opiáceos. Conferencia impartida en el Master de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Madrid. Instituto Cajal CSIC, Madrid, noviembre 2016.
8. Grupo de Investigación Traslacional en Trastornos Adictivos. Proyecto de investigación: “Validación de biomarcadores potencialmente asociados a trastornos adictivos” (PNSD 2016I025), enero 2017-diciembre 2019.
domingo, 18 de diciembre de 2016
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2 comentarios:
Siempre he pensado que en la vida al menos hay que vivir una pasión, que no quiere decir que además no se puedan tener otros amores e incluso pasar por varios matrimonios.
Me alegro muchísimo de que tú la hayas vivido y casi al leerte me da un poquito de “envidia”.
Solo puedo decir tras leer tu relato que eres sublime. Firmado “la otra”.
Por mi parte fue siempre una relación de admiración, nunca de pasión. Yo creo que has sobre-interpretado mi papel en esta historia, no en el sentido de haberlo leído superficialmente, sino en el de haberlo sobre-elevado de plano emocional... Gracias en cualquier caso por el comentario, bien se ve que eres una fan. De todas formas no sé qué envidia te puede dar, yo creo que no hay más pastel que el que tú te has comido pero bien...
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